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Hace nueve mil años, las tierras que hoy conocemos como “Camp de Tarragona” eran muy distintas.

La última era glacial había terminado hacía unos milenios. Un severo cambio climático fundió los glaciares que cubrían gran parte de Europa. Las numerosas manadas de animales desaparecieron, y con ellas los pueblos cazadores recolectores.

El nivel del mar subió cien metros y arruinó los pueblos y las culturas primitivas que habían florecido en las orillas del Mediterráneo.

Las pocas tribus de Humanos que sobrevivían eran tribus de pastores nómadas, que deambulaban por un territorio estepario con su ganado, buscando en cada época del año los pastos más propicios.

Con la llegada del verano, viajaban hacia el interior siguiendo el cauce del río Francolí, rumbo a las tierras fértiles de la Espluga. Allí, cerca de unas cuevas mágicas habitadas antaño por los Neandertales, montaban sus tiendas y disfrutaban de unos meses de bonanza. Los animales parían y engordaban con los verdes pastos.

Pero también eran tiempos peligrosos. Los osos y manadas de lobos los acechaban a fin de devorar sus ganados. Valerosos, los enfrentaban con sus armas rudimentarias.

Algunos perros cimarrones seguían a los Humanos, mientras se alimentaban de los detritus que dejaban a su paso. Eran gigantescos animales de extrema ferocidad, descendientes de los lobos que habitaban en las estribaciones del Tíbet.

Anita, nuestra narradora, contará a niños y jóvenes la historia de una niña nómada que se enfrentó con el oso feroz para defender a sus amiguitos. Los expertos describirán a los niños los hábitos y costumbres de los pueblos nómadas neolíticos que habitaron en Europa.

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